Como ya nos hemos aficionado a compartir con vosotros noticias por medio de nuestro blog, hoy, y aunque un poco tarde, nos apetecía publicar un artículo del diario ABC de las artes y las letras de Castilla la Mancha que salió el año pasado sobre nuestro Hostal y nuestro hide para la observación de aves. El autor, Antonio Lázaro, un buen cliente que ha publicado poesía, cuentos, teatro y novela(*).
A continuación, trascribimos sus palabras:
«El viaje invernal a Gredos a vivir la nieve es un grato hábito desde que arribé a Toledo en los años ochenta. En aquel primer viaje, el viento haciendo revolotear el polvo de nieve en las laderas me dictó una lección de permanencia, de anclaje ante las contingencias del río de la vida. Luego, desde el mirador de la Cava el resto del año uno alimenta la nostalgia con la silueta del Almanzor al fondo del horizonte, que a veces aparece en negativo en esos ocasos casi sangrientos que en ocasiones ofrece el Tajo.
Gredos siempre aporta literatura, la genera siempre. Este último viaje, descubrí una espectacular referencia en uno de esos pueblecitos encantadores de la ribera del alto Tormes, Navacepeda. Hemingway, al parecer, lo recoge de un modo impreciso en su novela Por quién doblan las campanas. Se trata de una garra de un oso clavada en el portón de la iglesia parroquial. Los últimos osos de Gredos se cazaron en el siglo XVII, así que la antigüedad de la pieza es segura. Y protegida hoy por una lámina de metacrilato, parece proclamar un homenaje al poder de los plantígrados al tiempo que una línea roja para los salvajes y desbocados instintos de natura.
El chuletón de avileña, las restauradoras alubias de El Barco, las revolconas patatas con sus torreznos, todos esos tradicionales placeres no por consabidos deben dejar de mencionarse. Pero Gredos no cesa de reinventarse tratando de preservar la identidad de su arquitectura, que remite al castro celta, la autenticidad de sus tradiciones, la altiva pureza de su entorno. Un hotel clásico de Navarredonda, rodeado de un fantástico bosque de abetos, a su encanto septentrional y alpino añade ahora la ornitología.
Resulta que Gredos es un emporio de aves y no solo para el milano y las grandes rapaces de las cumbres, también para los coloristas y afanosos pajarillos chicos: arrendajo, abubilla, carbonero, escribano, picapinos, chochín, herrerillo, trepador azul, agateador, mosquitero, colirrojo, reyezuelo…Luis Alfonso Apausa, gerente del hotel, ha decidido dar a conocer este patrimonio y ha abierto un hide o refugio desde el que se puede observar, estudiar y fotografiar a estos maravillosos pajarillos. A su Bird Hotel peregrinan cada primavera viajeros ingleses y alemanes. Con el tiempo, seguro que también nacionales.
Luis Alfonso, que es también poeta, proyecta recoger los nombres autóctonos de los pájaros, a menudo más expresivos que los comunes. Cada año, por carnavales, refleja en un romance lo más destacado en la sierra norte de Gredos, cual juglar del siglo XXI. Y en sus constantes sonetos, satiriza a fondo la actualidad general (la crisis, el paro, la corrupción), con tino crítico y solvencia métrica. En uno de ellos, dirigido a los jóvenes airados, ha escrito: «Ojalá el poder no te haga ladrón / ojalá envejezcan solo vuestros huesos / nunca vuestro ingenio, nunca el corazón».
Lo bueno de esta gran iniciativa es que uno puede volver por primavera a Gredos, esta vez no a ver la nieve sino pájaros. A reconocer las estrellas que casi nos despeinan y cuyos nombres nunca aprenderemos.»
(*)Antonio Lázaro, ganó en 1996 el Premio Nacional Don Quijote por una selección de artículos de su columna titulada Tierra hidalga y en 1995 el Premio Fernando de Rojas 1995 con El reencuentro.
En 2007 publico El Club Lovecraft, como homenaje al autor estadounidense y en 2009 El hombre de Palo, novela de trasfondo histórico, obras ambientadas en la ciudad de Toledo.
